Quiero contar tantas cosas de
Venecia sin hacer un post aburrido y kilométrico, que ya he perdido la cuenta
de las veces que he iniciado este artículo. La capital del Veneto está ubicada
en el noreste de Italia,
y tuve la ocasión de visitarla hace más de dos años. Desde entonces quedé
prendada de esta ciudad que se asienta sobre la laguna de Venecia y a orillas
del mar Adriático, y además de sentir la necesidad de volver comprendí,
mejor que nunca, porqué ha sido, y es, musa de inspiración para los artistas.
Curiosamente a Venecia podemos
llegar por cualquier medio de transporte, por lo que antes de deshacerme en
elogios hacia esta ciudad, considero necesario hacer una serie de
apreciaciones al respecto. La primera de ellas es que debemos tener en cuenta que los
medios terrestres llegarán, como muy lejos, hasta la piazzale Roma gracias al Ponte de la Libertad (diseñado en
1931 e inaugurado en 1933) que conecta Venecia con tierra firme. El tren, cuya estación
veneciana, y por lo tanto su ultima parada, es Santa Luzia, se adentra un
poquito más en la ciudad (pero muy muy poco). El Marco Polo es el aeropuerto
principal de la región del Veneto (Treviso es el secundario) y está conectado
con Venecia por tierra y agua.
Para trasladarnos del aeropuerto
a la ciudad podremos hacerlo en taxi (trayecto aproximado de media hora) o con
la línea nº5 de autobús (tarda alrededor de 40 minutos en cubrir el trayecto, y
su precio por persona hace dos años era de 1,15€). Estos dos medios de
transporte no está de más tenerlos en cuenta si nuestro alojamiento se encuentra
próximo a la piazzale Roma o en los
alrededores de Venecia. Pero como no podía ser de otra forma, a esta ciudad también
podremos llegar a través del agua mediante el taxi acuático o el alilaguna.
El primero de ellos es muy caro,
por lo que desaconsejo su uso a no ser que no tengas más alternativa o que te
quieras dar un súper lujazo y no te importe dejarte en ese trayecto la mitad de
lo que te ibas a gastar en tus vacaciones. No es mala opción si no os importa
compartirlo con otras personas y pagáis el viaje a medias o si vais en grupo.
Este medio cuenta con una ventaja a su favor, y es que a diferencia de los demás
transportes, es el único de toda Venecia que te puede dejar en la misma puerta
del hotel, a no ser, claro está, que seas uno de esos afortunados que tienen un
amig@ en Venecia con barca. Por su parte el alilaguna es un autobús acuático que
cuenta con un par de líneas (con sus respectivos horarios, trayectos y paradas);
aunque no te deje en la misma puerta del hotel sí te puede dejar bastante cerca,
evitando así que te cruces media ciudad con la maleta a cuestas subiendo y
bajando puentes. Pinchando aquí puedes obtener información sobre el alilaguna.
Puentes venecianos. En el centro, Ponte de Rialto. |
Sobre Venecia se han escrito ríos
de tinta (a los que hay que sumarle este artículo) y sobre ella circulan una
serie de leyendas urbanas que estoy segura que habréis escuchado alguna que
otra vez, como por ejemplo que huele a cloaca. No digo que hace unos años no
oliese así, o que en zonas y momentos determinados no huela mal, pero hoy por
hoy el aroma de Venecia es “normal”. No obstante, no hay que olvidar que una de
las particularidades que hace tan especial a esta ciudad, y que ya he citado
anteriormente, es su asentamiento sobre una laguna. También su respectivo
estado de decadencia realza, paradójicamente, su belleza. Veis, ya me estoy
perdiendo en elogios…
Venecia es una ciudad que por sus
dimensiones (pequeña) invita al viajero a recorrer sus rincones a pie, a cruzar
muchos de los 462 puentes que permiten pasar de un lado a otro de los canales y
a disfrutar de los secretos que se esconden entre los cinco sestieres en los que está dividida: Cannaregio,
Dorsodouro, San Polo-Santa Croce, Rialto y Castello. Además de estos barrios,
hay una serie de islas que conforman la ciudad, siendo Murano y Burano, entre
otras, las más conocidas.
También se dice que Venecia es
una ciudad sumamente romántica, y la verdad es que razón no falta en ese dicho
popular. Ciertamente el propio paisaje que conforma la ciudad hace suspirar de
amor hasta al más insensible. Hablando de suspiros y de amor, cabe mencionar al
popular puente de los Suspiros, al que, en general, se le ha atribuido un
carácter romántico cuando en realidad debe su nombre a que, antiguamente, los
presos que iban a ser ejecutados cruzaban ese puente, siendo este el último
lugar desde el que verían la luz del sol. Y de ahí viene el nombre de este puente,
que como veis no tiene nada que ver con el amor.
Fotos de la izq.: astillero de góndolas; dcha.: Piazzale San Marcos (abajo), Campanille y Basílicas (arriba). |
El Gran Canal es la vía de agua más
ancha y extensa de toda Venecia, algo así como “la
Gran Vía” de muchas urbes, por lo que es la
principal vía marítima de la ciudad. Visto desde arriba, veremos que el
recorrido del Gran Canal dibuja una “S” invertida y parece que divide a la
ciudad en dos. Es, como decía, la arteria principal de la ciudad, motivo por el
que podremos ver a ambos lados de sus orillas los principales palacios
venecianos que un día llenaron de esplendor y lujo la ciudad. Entre los más
populares están el palacio Ca' d'Oro o el Palacio Ducal, cuyas estancias se pueden visitar. Sin
embargo, muchos de esos edificios han sido reconvertidos en hoteles de lujo, en
museos de arte moderno (Fundación Peggy Guggenheim) y otros, simplemente, están
cerrados y en tal estado de decadencia que nos hace transportarnos en el tiempo
para imaginar cómo fueron esos edificios en sus mejores tiempos.
A lo largo del Gran Canal nos
encontraremos con cuatro puentes que permiten cruzarlo de un lado a otro; se
trata del ponte de los Descalzos, ponte de la Academia, ponte de la Constitución (también
conocido como ponte de Calatrava) y ponte de Rialto, siendo este último el más
antiguo de los cuatro y uno de los iconos de la ciudad. El puente de Rialto se
encuentra en el corazón de Venecia, está dividido en dos pasillos exteriores y
uno interior (si vamos por el de dentro iremos entre tiendas de souvenir) y desde
los exteriores obtendremos unas vistas espectaculares. A los pies de este
puente, tomando dirección San Polo-Santa Croce, nos encontraremos con una plaza
en la que cada día, de 8.00 a
13.00 horas, se coloca el popular Mercado de Rialto; un mercado de frutas,
verduras, carnes y pescados frescos en el que no solo podremos ver a los
nativos haciendo sus compras, sino que también podremos disfrutar de una mezcla
de olores y colores espectaculares.
La Basílica de San Marcos es
otro de los símbolos de la ciudad; se encuentra casi al final del Gran Canal
(donde ya empieza a extenderse el agua) y junto a la piazzale de San Marcos, que muchos definen como “el salón más bello
del mundo” (me uno a esa definición). Es una plaza enorme, llena de palomas,
con su campanille (al que se puede
subir y disfrutar de unas vistas de 360º de la ciudad), sus soportales llenos
de tiendas con un encanto especial y sus cafeterías con orquesta en directo,
como el Café Florián, que es el más antiguo de la ciudad. Si queremos darnos el
capricho de tomar algo en el Florián, conviene consultar primero la carta de
precios para evitar que nos de un pasmo.
Y hablando de lo más
representativo de la ciudad, no puedo continuar este artículo sin mencionar las
góndolas (desde la Fundamenta Nani,
en Dorsodouro, se puede ver un astillero de góndolas precioso). El grito de “¡gondole, gondole!” se convertirá en un
cántico de fondo y continuado durante tu estancia en Venecia, ya que es todo un
reclamo de los gondoleros. Si de verdad queremos dar un paseo en góndola os
dejo una serie de consejos para que el recorrido no nos salga “caro” (una hora ronda,
aproximadamente y como mínimo, los 70€). Para ello conviene evitar las horas
“punta” del sector gondolero, que son el amanecer y, sobre todo, atardecer, así
como las zonas más turísticas en las que abundan los embarcaderos de góndolas
(San Marcos, Rialto, etc.). Señalar, también, que ir con serenata durante el
paseo hará que éste se encarezca.
Para conseguir un precio
asequible (a no ser que queramos algo especial y concreto) un buen momento es a
la hora de comer o a primera hora de la tarde. También nos saldrá más económico
si optamos por hacer el paseo en otra zona que no sea San Marcos o Rialto
(donde es frecuente que haya “caravanas” de góndolas), como en Cannaregio o
Dorsodouro, por ejemplo. No obstante, antes de montar en una góndola conviene
fijar con el gondolero el precio y tiempo del paseo, pero sobre todo, siempre
siempre hay que regatear con él. Otra opción a tener en cuenta es la de
compartir una góndola.
En este breve recorrido por lo más
característico de la ciudad, cabe destacar la impresionante Basílica de Nuestra
Señora de la Salute. Una
enorme edificación ubicada en Dorsoduro, casi al final del gran canal, y que
cuenta con unas cúpulas impresionantes. Se puede disfrutar de su
espectacularidad en sus inmediaciones, y también de la estampa que ofrece siendo
vista desde en frente, desde el sestiere
de San Marcos, concretamente desde un pequeño embarcadero que encontraremos al
final de la calle Traghetto Vecchic, a la que llegaremos por la calle Larga
XXII (dirección Rialto).
Dejando a un lado lo más representativo,
creo que también tienen cabida algunas curiosidades de La Serenísima, que aunque
pueda parecer mentira, también las tiene. Para empezar, diré que cada barrio
cuenta con las mismas calles y misma numeración; es decir, no es lo mismo “via del
horno 3456 de Castello”, que “via del horno 3456 de Dorsodouro”. No hay una
sola calle para toda la ciudad, sino una para cada barrio (a excepción de las
vías principales de cada sestiere). Con esto hay que tener mucho cuidado, sobre
todo si vamos buscando algo concreto que nos han recomendado, porque si no
tenemos todo bien indicado, podemos estar buscando en el sestiere equivocado y
no dar con lo que queríamos. El motivo de que esto sea así es porque antiguamente
los barrios de Venecia no estaban conectados como lo están hoy día, por lo que
cada barrio necesitaba tener de todo para poder autoabastecerse.
Al hilo de ese último dato,
podremos observar que en cada sestiere veremos “via del traghetto”. ¿Y qué es el traghetto? Se trata de una pequeña embarcación
que permite cruzar el Gran Canal de un lado a otro sin tener que recurrir a ni a los
puentes ni a los vaporettos. Ahora mismo no recuerdo el precio exacto del
trayecto, pero sé que es poco y que el traghetto es utilizado por los
venecianos para moverse de una orilla a otra de forma rápida y sin una masa de
turistas alrededor.
De los 462 puentes, a parte de los que hay sobre el Gran Canal y que he citado en párrafos anteriores, quiero destacar uno en concreto: el Ponte de la tette (Puente de la teta).
Está ubicado en el sestiere de San Polo y su nombre encierra una breve y curiosa historia:
según se cuenta, hubo un momento, durante los años de bonanza de la Serenísima, en el que
comenzaron a proliferar las relaciones homosexuales. Como consecuencia de ello,
las prostitutas de aquel entonces comenzaron a notar la escasez de clientes y
se quejaron al alcalde de lo que estaba ocurriendo. Ante tal situación, el
gobernante decidió permitir que las prostitutas mostraran los pechos en un
determinado puente (el puente de la
Teta) con el fin de que recuperasen clientes y, al mismo
tiempo, que el índice de homosexuales disminuyera.
Abajo a la izqd.: Mercado de Rialto. El resto corresponden al Cafe Florian. |
Como decía antes, las dimensiones
de Venecia la hacen perfecta para recorrerla a pie (bajo mi punto de vista es
la mejor manera de conocer los lugares que visitamos); es más, para esta ciudad
en particular desaconsejo el uso de un mapa o plano (a no ser que se busque
algo concreto), ya que es una delicia perderse (en el sentido literal de la
palabra) por esta ciudad; dejarse llevar por los sentidos y sentir la
incertidumbre de con qué nos encontraremos por el camino es una auténtica gozada. Pero no, no os asustéis, que a pesar de la peculiar orografía de
Venecia también podremos movernos por ella en los vaporettos, que son embarcaciones que funcionan como autobuses de línea
regular, y son el único medio de transporte pú blico(están los taxis acuáticos,
de los que ya os he hablado al principio) que puede llevarnos de una punta a
otra de la ciudad.
Moverse en vaporetto es muy
sencillo: basta con consultar las líneas en función de dónde queramos ir y qué
queramos ver; además es una muy buena opción para poder recorrer toda la
longitud del Gran Canal. Destacar que la línea nº1 es la mas utilizada por los
turistas (recorre todo el Gran Canal y hace numerosas paradas), por lo que una
buena alternativa es la línea nº2, que aunque también recorre la vía principal realiza
bastantes menos paradas. En cualquier caso, no esta demás salirse de las
principales líneas para descubrir otras zonas de la ciudad que serán, con total
seguridad, menos turísticas que otras y, por lo tanto, más venecianas si cabe
(como la isla de la Giudecca,
por ejemplo, que está frente a los muelles de Dorsodouro). Con el vaporetto podremos
ir hasta la isla de Burano (conocida por cómo trabajan el vidrio) en un
agradable paseo en el que pasaremos por el cementerio San Michele. No obstante,
puedes obtener el mapa de los vaporettos pinchando aquí.
Asimismo, quisiera apuntar que un
solo billete de vaporetto es caro (hace dos años costaba alrededor de 6,50€ por
persona, y tenía una validez de una hora), por lo que es recomendable sacar una
tarjeta de transporte por horas (obviamente su precio varía en función de para
cuantas horas la queramos), que amortizaremos en cuanto hagamos 2-3 viajes en
vaporetto. Desconozco el tipo de “abono” que utilizan los venecianos para
moverse por la ciudad, aunque deduzco que será mucho mas económico que las
tarjetas de las que os hablo, pero no se cuales son… así que siento no poder
informaros sobre ello. Aunque si alguien lo sabe… ¡¡que lo comparta!!
Como última anotación sobre estos
autobuses acuáticos (aunque quizá no sea muy ético, pero sí muy “tipic of
spanish”) es señalar que, en general, uno se puede colar en casi cualquier
parada de vaporetto (la tarjeta que decía antes hay que pasarla por una
maquinita magnética), a excepción de piazzale Roma, Rialto, San Marcos y Santa
Luzia, básicamente porque son las mas populares y, en consecuencia, las que están
más vigiladas. Yo no llegué a hacerlo… aunque tras varios días en Venecia
concluí que era factible.
Embarcadero de góndolas en la zona de San Marcos. Al fondo, la Giudecca. |
Mis intenciones de no hacer un
post kilométrico han caído en saco roto. Horror. Solo espero que no sea un artículo
aburrido y, sobre todo, que os pueda ser útil. De Venecia se puede ver todo y
nada al mismo tiempo, y me explico: durante mi estancia no entramos en ninguna chiesa (iglesia, que las hay a puñados),
ni en ningún museo, ni en ningún palacio (esto me lo apunto como “tarea
pendiente” en Venecia) ni siquiera en la Basílica de San Marcos (lo dejamos para los últimos
días, y al final nada); pero sentimos el alma de la ciudad por los cuatro
costados, disfrutamos con los cinco sentidos de su paisaje, de su decadencia,
de sus casas semi-hundidas con la pintura desconchada, de los numerosos puentes
que cruzamos, de todos y cada uno de sus canales (tan iguales y tan distintos a
la vez) de los muelles de Dorsodouro, de las callejuelas por las que solo podíamos
ir en fila india. Descubrimos algo tan simple como tender la ropa “a la
veneciana” y que un lazo enorme azul sobre una puerta indica que en esa casa ha
nacido un niño.
Probamos el famoso spritz en la piazzale di Stefano, una
popular bebida que es como un vermú, nos deleitamos con los impresionantes y
deliciosos gelattos, nos perdimos por la zona de Rialto, nos dejamos llevar por
el laberinto del sestiere de Castello, que es el barrio mas veneciano y en el
que se encuentra la calle mas ancha de toda Venecia, la via Garibaldi (7,5 metros de anchura);
nos confundimos al coger el vaporetto, y descubrimos el cementerio y la isla de
Burano; encontramos un pub irlandés al que fuimos varias veces porque el café
era excelente, y el trato también. Nos perdimos la ocasión pasear por San Marcos con el
agua hasta las rodillas por el aqua alta
por decidir, en la escalinata de la estación Santa Lucia, si iríamos a Verona o
no.
Nos dejamos llevar por todo
cuanto ofrece esta ciudad y yo caí rendida ante Venecia. Habrá quien piense que
en “cinco días” se ve toda Venecia… y no lo dudo; sin embargo siento que todavía
me quedan muchos de sus secretos por descubrir, a pesar de todos los rincones de los
que disfruté. Desde entonces no he vuelto a la Serenísima, pero
tampoco he dejado de sentirla bajo mis pies al cerrar los ojos, ni la necesidad
de regresar a ella.
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Sandra Martín
Me ha encantado el artículo y, sobre todo, ¡Las imágenes! Es preciosa Venecia... tiene ese encanto y arte italiano únicos, y eso que nunca he estado en Italia. Es uno de mis grandes destinos pendientes.
ResponderEliminarLas anécdotas que has contado parece que no, pero son las típicas cosas que más entretienen y mola saber cuando estás allí visitando las cosas. Ah, y coincido plenamente: un viaje a una ciudad se disfruta viendo la propia ciudad y sintiéndola, caminando hasta hartarse, sentándote a ver el movimiento, entrando en sus recovecos más escondidos y, siempre que pueda ser, conociendo a sus gentes. Museos y demás son cosa aparte, que yo nunca quiero perderme, pero que quedan en un segundo plano frente a la esencia propia de la vida en la ciudad.
Vaya, ¡¡gracias!! Me alegra saber que es entretenido, a pesar de lo extenso que me ha salido, jeje :) Y eso que me he dejado muchas cosas en el tintero; pero podría escribir, escribir y escribir sobre esta ciudad, y aun así seguir sintiendo que me dejo cosas ;) Es una ciudad espectacular, uno de esos lugares que, bajo mi punto de vista, todo el mundo debería visitar, al menos, una vez en la vida.
EliminarHay tantos sitios que deberíamos ver alguna vez al menos...
EliminarY es el problema, contar una ciudad e intentar transmitir lo que tu sientes al visitarla es casi imposible, pero yo creo que lo haces muy bien y recoges esa esencia, aunque yo hasta que no esté allí in situ no lo recrearé al completo claro jaja
Felicidades Sandra. Me ha encantado el reportaje. Conocí Venecia hace años y me inundó esa melancolía de sus edificios decadentes... pero tan hermosos. Es diferente a cualquier otra ciudad. Gracias por recordármela. Un abrazo!!
ResponderEliminarRoser
Gracias a ti, Roser, por dedicar unos minutos de tu tiempo en leer el reportaje; me alegra saber que te he recordado esta ciudad tan enigmática, decadente y bella. Quizá sea eso lo que nos hace seguir sintiendo su autenticidad a pesar del paso de los años. Un abrazo!!
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