lunes, 10 de diciembre de 2012

Ryanair, ¿Por qué vende billetes tan baratos?

Cuando hablamos del mercado aéreo y de sus precios siempre sale una marca a la palestra, una marca que ya todo el mundo reconoce y que suscita pasiones y críticas allí donde se menciona. Precios baratos y un servicio muy cuestionado son las dos claves de una compañía que, con 27 años de historia, ha revolucionado por completo el mercado aéreo. Estamos hablando, como no podía ser de otra forma, de Ryanair, la empresa de Michael O´Leary.

Son ya incontables las polémicas y críticas que en los últimos años se han dirigido contra esta compañía que, sin embargo, se ha convertido en la mayor aerolínea de Europa a partir de una rompedora política de precios que sigue atrayendo día a día a más clientes. Sin embargo, ¿Por qué ofrece Ryanair billetes a un precio que ninguna otra compañía es capaz de igualar?

A lo largo de este post trataremos de responder la cuestión anterior y de explicar, hasta donde llega nuestro conocimiento, en qué consiste el modelo de negocio de Ryanair, un modelo que en la última década ha roto por completo el mercado.

Sin embargo, no todo fue siempre de color de rosas, ya que si nos vamos a los inicios de Ryanair comprobaremos como la compañía distaba entonces de ser una empresa rentable y de gran proyección como lo es actualmente. De esta forma, Ryanair inició su actividad en 1985 ofreciendo un servicio entre Waterford (Irlanda) y Londres a fin de competir con el duopolio que en esa línea ostentaban antes British Airways y Aer Lingus, las grandes compañías aéreas de las islas inglesas. Inicialmente, la estrategia consistía en ofrecer el mismo servicio que estas compañías, con las mismas comodidades, pero a un precio más bajo, algo que a los 6 años de actividad, en 1991, demostró su escasa eficacia, ya que Ryanair, con dos rutas y dos aviones, distaba mucho de ser una compañía rentable.

Fue en ese momento cuando se produjo el punto de inflexión en una compañía que, de la no rentabilidad, pasaría a alzarse como la low cost con mayores beneficios del continente. El hecho clave que marcará la nueva etapa de crecimiento imparable de Ryanair será la incorporación de su nuevo líder: el famoso y polémico Michael O´Leary, que inició su actividad entrevistándose con el fundador de Southwest, Herb Kellher, compañía que a manos de éste acabó por convertirse en una de las más rentables del mundo a través de una reducción gradual de los gastos de explotación.

Las políticas puestas en marcha a partir de ese momento son las que nos permiten explicar por qué resulta tan barato viajar en Ryanair y todas ellas giran fundamentalmente en torno a una premisa clave: la productividad de sus aviones o, lo que es lo mismo, la cantidad de horas que éstos se mantienen en el aire, estrategia de la que derivan polémicas tan recurrentes como la referente a las pasarelas telescópicas que Ryanair se niega usar en su continua batalla con AENA. No obstante, vamos a desarrollar uno a uno los puntos que sustentan esta drástica reducción de costes que practica Ryanair:
  • ¿Comodidades? Sí, pero pagando. Hasta que Ryanair lo pusiera en práctica, lo habitual en cualquier viaje dentro del sector aéreo era ofrecer catering y todo un conjunto de comodidades como prensa gratuita. Sin embargo, sin alterar ni un milímetro el servicio de transporte ofertado, la supresión de este tipo de suplementos supuso para la compañía un notable ahorro, todavía mayor si tenemos en cuenta que lo que hasta entonces era un gasto lo convirtieron en notables ingresos, ya que a la venta del catering se le ha sumado una auténtica tienda en el aire en la cual hasta te llegan a ofrecer lotería. Muchos consideran esta teletienda aérea un notable engorro, pero lo cierto es que buena parte de los ingresos de Ryanair provienen de la venta a bordo (hasta 76 millones de euros, un 20´5% total de la facturación proviene de este tipo de ventas y recargos por maletas facturadas u otro tipo de gestiones) y, por tanto, ello también incide en el escaso precio de sus billetes.
  • Aprovechar el espacio hasta el último milímetro. Una ecuación sencilla nos dice que a más viajeros en el mismo espacio, más billetes vendidos, más rentable es el viaje y, por ende, mayores son los ingresos. De esta manera, a costa de una menor comodidad, Ryanair ofrece el mayor número de asientos posible e, incluso, como ha sido noticia recientemente, propone viajar de pie en vuelos de corta distancia o eliminar uno de los baños de los aviones para insertar una nueva fila de pasajeros.
  • ¿Quieres un asiento concreto? Haz cola. Una de las situaciones más cómicas en un embarque de Ryanair es la de ver a un montón de gente haciendo cola y luchando por el mejor asiento, y es que en esta compañía, salvo en determinados casos de forma reciente, los asientos no están numerados y, por tanto, impera la ley del que primero llega se lo queda. La filosofía que está en la raíz de esta política es la de potenciar al máximo la operatividad de la compañía, evitando así retrasos y pérdidas innecesarias de tiempo por tener que colocar a cada pasajero en un lugar concreto. De este modo, todo ello redunda en unos embarques más eficaces y rápidos que, en última instancia, favorecen esa premisa de tener el avión el menor tiempo posible en tierra. Además, a esta cuestión también han sabido sacarle una rentabilidad adicional ofreciendo, por una pequeña tarifa, el embarque prioritario que, sin embargo, rara vez ofrece en la práctica alguna ventaja pero que, por el contrario, mucha gente paga gustosa.
  • Puntualidad inglesa. Mantener los aviones la mayor cantidad de tiempo en el aire no es una tarea sencilla y exige sobre todo puntualidad en los embarques, algo que suele caracterizar a esta compañía que, como norma, cierra en teoría su puerta de embarque media hora antes de la salida del vuelo. Ni te van a llamar por megafonía ni van a esperar por ti, así que si eres un pasajero que se hace de rogar mejor no vueles con Ryanair.
  • Embarque a pie. Quizás a muchos pasajeros les parezca un atraso, pero este método permite a la compañía controlar mejor los equipajes sin que se acumulen muchos pasajeros en la puerta de embarque además de permitir embarcar por dos puertas en vez de la única existente por la pasarela telescópica. A ello hemos de añadir el tiempo que supone también instalar tales aparatos en el avión.
  • Aeropuertos desconocidos. Cuando cogemos un vuelo con Ryanair a grandes capitales europeas rara vez acabamos aterrizando en los aeropuertos que más nos suenan o conocemos, ya que la compañía de O’Leary siempre opta por aeropuertos secundarios y desconocidos situados bastante lejos de la ciudad. ¿Las razones? Tasas aeroportuarias mucho menores y una gestión mucho más simple, al haber menos pasajeros, lo que redunda en un menor coste y personal laboral y que a su vez, de nuevo, favorece la operatividad del vuelo que, estacionado en un aeropuerto sin gran actividad, puede aterrizar y despegar con mucha mayor facilidad sin perder tanto tiempo (en los grandes aeropuertos los tiempos de espera para aterrizar o despegar pueden ser muy tediosos). Además, convenios con empresas de buses o de trenes permiten a Ryanair obtener ingresos adicionales rentabilizando el transporte desde el aeropuerto y hasta la ciudad.
  • Viajar sólo de punto a punto. ¿Quieres hacer algún tipo de conexión? Con Ryanair será siempre bajo tu propio riesgo, y es que la compañía sólo vuela de punto a punto, ahorrando así todo coste y problemas que supone ofrecer conexiones entre vuelos.
  • Facturar maletas, un lujo que puedes permitirte si quieres. Seguramente una de las medidas más polémicas pero también más simples: cobrar por facturar maletas en bodega, de tal manera que sólo aquel que necesite este servicio pague por él. Los precios cada vez más desproporcionados de este servicio, que a veces llegan a doblar o triplicar el propio coste del billete, suscitan notables recelos, pero la compañía no parece querer dar marcha atrás en esta práctica, y es que le supone un notable ahorro, tanto en combustible como en gestión, y es que a menor número de maletas, menos empleados necesarios, menor número de mostradores de facturación (cuya alquiler no es precisamente barato) y, en definitiva, menor coste.
  • O te imprimes la tarjeta de embarque tú mismo o mejor ni viajes. Medida polémica donde las haya pero eficiente. Un hecho tan sencillo como que tú te imprimas en tu casa la tarjeta de embarque supone un notable ahorro a Ryanair que, así, elimina del aeropuerto toda la operativa relacionada con este servicio. ¿Consecuencias? Si quieres que Ryanair te imprima tu tarjeta pagarás por un papel lo que cuesta un servicio puesto en marcha sólo para ti.
  • Comprar sólo en Internet. Que el 98% de las ventas de billete de la compañía sean a través de su web no es un hecho casual, sino una realidad derivada de una política que fomenta por encima de cualquier cosa la venta online, eliminando cualquier tipo de intermediario y, con él, cualquier tipo de comisión o problemas de gestión que pudiese causar. Jamás encontraréis en ninguna agencia un precio más barato del que os ofrece Ryanair y si lo encontráis dudar de esa agencia, ya que u os regala dinero u os está engañando.
  • Flota homogénea y moderna. Ryanair se caracteriza por operar sólo con un modelo de avión (Boeing 737) que, además, renueva continuamente, poseyendo la flota más joven de una compañía aérea europea, con una medida de edad inferior a los 5 años. Este tipo de medidas permite reducir notablemente los gastos de ingeniería y mantenimiento, al actuar siempre sobre un único tipo de aeronave que, además, al ser joven tiende a producir menos problemas. También algunas características del avión, como poseer una escalera propia en la puerta delantera, permiten mejorar la eficacia del tiempo utilizado en tierra para embarques. Por último, una flota de aviones con tan pocos años permite a la compañía contar siempre con la tecnología puntera en ahorro energético.
  • Entramado fiscal favorable. Contar con una compleja estructura societaria que le permita facturar parte de sus servicios en Isla de Man, un paraíso fiscal, o la obligatoriedad de sus trabajadores, a excepción de los británicos, de contraer un contrato irlandés, evitando todo tipo de impuestos, son otras de las estrategias de Ryanair para reducir sus costes al mínimo, algo que, no obstante y por desgracia, suele compartir con gran parte de las empresas punteras de todo el mundo.
  • Tarifas simples. Cuánto antes compres más barato será tu billete y, según se vayan agotando los asientos, más pagarás. Una política sencilla de precios que es capaz de calar rápidamente en el cliente.
  • Nula publicidad. El ingenio de Ryanair llega hasta el marketing, y es que la compañía no necesita gastarse ni un solo euro en promociones ya que su propio presidente, a base de polémicas, consigue poner el nombre de la compañía en medios de todo el mundo, sin olvidar ingeniosas estrategias publicitarias que, con una audacia total, consiguen captar la atención de todo el país.
  • Eficiencia energética. Quizás lo más cuestionado, pero uno de los aspectos clave: utilizar el mínimo legal de combustible necesario, lo cual supone un notable ahorro para las cuentas de la empresa, ya que el combustible es una de las principales variables que determina el precio de la hora de vuelo.
  • Subvenciones millonarias. Asentarse allí donde recibe dinero público por operar es otra de las estrategias de Ryanair para conseguir la rentabilidad de sus vuelos. Son ya famosos los acuerdos contraídos con las diferentes Comunidades Autónomas que, como oponentes de un juego de Poker, juegan sus cartas para llevar a sus aeropuertos la mayor cantidad de vuelos posible. Esa locura competitiva por el mercado aéreo ha sido muy bien aprovechada por Ryanair, que logra la rentabilidad en muchas de sus líneas gracias a este tipo de acuerdos que, llegada la fecha de su expiración, no duda en tensar para lograr su renovación, y es que en este país políticamente vende muy poco decir que una comunidad, por muy pocos habitantes que tenga, no puede tener los vuelos internacionales que sí posee la de al lado.
En definitiva, Ryanair opta por un modelo basado en la reducción de costes llevada al máximo y en el que prima la supresión de todos los habituales servicios dispensados al pasajero a costa de poner en marcha otro tipo de servicios más superfluos pero que, sin embargo, implican notables ingresos. Junto a ello, el empleo del mínimo personal necesario, manifestado en los únicos 5 empleados que atienden en 8 idiomas su servicio de atención al cliente, dan como resultado una compañía aérea que compite con compañías de trenes y buses en precios y que, además, se publicita a través de drásticas tarifas que ofertan billetes muy por debajo del precio de coste.

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David García

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